Guarda, ¿qué de la noche? – Sermón #44

Un sermón de George Müller de Bristol
“Profecía sobre Duma. Él me llama desde Seir: ‘Guarda, ¿qué de la noche? Guarda, ¿qué de la noche? El centinela dijo: La mañana viene y también la noche; si queréis consultar, consultad; volved, venid”
— (Isaías 21:11-12)
La pregunta contenida en este pasaje se hace en un momento de dura prueba, de duro juicio, del que se habla bajo la figura de la “noche”. Estos juicios venían sobre Edom; su conexión aquí con “Seir”.
La seriedad de la pregunta se presenta ante nosotros al ser preguntada dos veces.
Sobre quién es el centinela, no parece haber dificultad en determinarlo – evidentemente es el profeta; porque así como un centinela se coloca con el propósito mismo de anunciar la aproximación del enemigo o de cualquier peligro, para que los que están en peligro se aperciban y se preparen contra lo que les amenaza, así el centinela espiritual, el profeta, fue designado para advertir de los juicios venideros, y para anunciar al pueblo cómo debían actuar, cómo debían obedecer y agradar a Jehová, a fin de evitar los terribles juicios que amenazaban.
La pregunta que se hace aquí es: “¿Cuándo terminarán estos terribles juicios?”. En el lenguaje del Nuevo Testamento: “¿Cuánto terminará esta dispensación? ¿Cuándo cesarán nuestros dolores y estaremos para siempre con el Señor?”. Ahora, observa particularmente la respuesta del guarda. Él no dice: “Es la segunda o tercera vigilia de la noche” – sin mencionar la cuarta vigilia, a la que no podría haber hecho referencia alguien que viviera en el momento en que se pronunció esta profecía, porque la división de la noche en cuatro vigilias fue introducida por los romanos, pero lo que digo es que el centinela no responde: “Es la segunda vigilia”, o “es la tercera vigilia”. ¡Ah! ¡Cuán profundamente importante es notar esto! Nuevamente ha sido la pregunta entre los cristianos: “¿Qué tan lejos estamos del final de la presente dispensación? ¿Qué tan cerca está el regreso del Señor?”. Y repetidamente se han hecho cálculos con miras a fijar la fecha precisa, o casi, de cumplimiento de las predicciones proféticas; y este hecho político o aquel movimiento religioso ha sido tomado como indicación de la pronta proximidad del fin; y se han hecho declaraciones: “Pasarán tantos años, meses, o días, y entonces la dispensación terminará”. Ahora, amados, ¿cómo vamos a decidir cuando escuchamos tantas declaraciones? Juzgo que debemos ser guiados por la respuesta del centinela: “Viene la mañana, y también la noche”. Nada se declaró acerca del tiempo.
¿Se me permite decir aquí una palabra de mi propia experiencia a mis hermanos más jóvenes? Fue en julio de 1829, hace apenas cuarenta y tres años y tres meses, que complació al Señor mostrarme la verdad de su Palabra en cuanto a su segunda venida, y las verdades relacionadas con esa bendita esperanza. En ese momento había guerra entre el Imperio Otomano y Rusia; y muchos buenos y excelentes cristianos dijeron: “Ahora ha llegado el momento en que el Éufrates se secará”; “ahora el Imperio Otomano será destruido, e Israel será restaurado”, y así sucesivamente; y yo, como un joven discípulo, muy naturalmente asumí los puntos de vista y repetí las palabras de mis hermanos mayores. Bien, ¿qué fue lo que siguió? Antes de que pasaran seis semanas, se proclamó la paz, el Imperio Otomano permaneció, y permanece hasta el día de hoy, e Israel aún no ha sido restaurado a su tierra. Ahora bien, creo firmemente que Israel será restaurado a su tierra; pero me refiero a este error de mis primeros años para ilustrar el punto al que me refiero.
No es que nunca debamos mirar a los eventos políticos en conexión con la Palabra profética, sino que debemos tener la mayor precaución antes de concluir que tales y tales eventos seguramente deben marcar el comienzo del final. Juzgo que cuando llegue realmente el momento en que nos dejemos guiar por tales acontecimientos, las señales serán tan claras, tan decididas, que todos los que aman a Jesús podrán ver que ahora verdaderamente Él está a la puerta. Pero antes de que llegue ese tiempo, hasta que estas cosas acontezcan, seamos cautelosos con nuestras afirmaciones tales como: “En tantos días o en tanto meses, o antes que pase esta generación, sucederán tales y tales eventos”, sino más bien digamos con el centinela: “Viene la mañana, y también la noche”; es decir, el gran punto, el más importante, es la certeza del regreso de nuestro Señor. “Este mismo Jesús vendrá de la misma manera así como Él fue al cielo”. No hay duda alguna de que cuando todo esté listo para la novia, el Esposo volverá y la recibirá a sí mismo; y lo que tenemos que hacer es consolarnos con la esperanza de que nuestro Señor seguramente vendrá otra vez; y en la plena seguridad de esto, que viene el día de la manifestación de los hijos de Dios, debemos llevar la cruz con paciencia. Debemos consolarnos con la certeza de que “El que ha de venir vendrá, y no tardará”; y si aún tarda un poco más, podemos decir todavía que ciertamente vendrá, y nos esforzaremos por ganar almas para Cristo, recordando que es paciencia hasta la perdición el motivo por el que Él se demora.
Algunos pueden decir: “¿Por qué darle tanta importancia a la venida del Señor? ¿No es la muerte lo mismo, porque es nuestro ‘ir a Él’?”. Yo mismo lo pensé una vez; pero me llevaron a ver que hay una gran diferencia entre las dos cosas. La esperanza de la Iglesia no es la muerte, sino el regreso del Señor. Si soy sacado del mundo por la muerte, yo mismo seré feliz en cuanto al alma; pero, bienaventurado como seré, mi felicidad, incluso en lo que respecta a mí solo, no será completa; porque aún no tendré mi cuerpo glorificado, mi cuerpo redimido. Pero cuando el Señor venga, toda la familia es llevada a la felicidad y la bienaventuranza, toda la familia reunida en casa. Luego vendrá la resurrección de los justos, la primera resurrección, cuando, por tanto, toda la familia elegida recibirá sus cuerpos glorificados. La muerte tiene que ver con la felicidad parcial de los creyentes individuales; ¡pero la venida del Señor tiene que ver con la felicidad completa de toda la familia redimida! Como se puede ver, hay una gran diferencia entre los dos eventos en cuanto a la esperanza relacionada con ellos; y no debemos ceder a las afirmaciones que se hacen en sentido contrario. Debemos ser guiados por la Palabra de Dios, y no formar nuestras propias nociones de las buenas personas que no rodean, si sus pensamientos no están de acuerdo con la Palabra de Dios.
“Llega la mañana”; es decir, la mañana de ese día que será sin nubes, de ese día que nunca terminará, en el cual toda la familia celestial compartirá junta la felicidad eterna.
Pero esto no es todo. También viene la “noche”. ¡Ah! Entonces se verá quiénes están del lado del Señor y quiénes no. ¡Qué revelación habrá entonces! ¡Se levantará el telón y se manifestará la verdadera condición de todos! Los cuerpos de los creyentes que duermen en Jesús, aunque por millones de años esparcidos por todas partes del mundo, todos serán resucitados y reunidos con su Señor; pero los cuerpos de los incrédulos, que yacen en la tumba, serán dejados en la tumba para esperar la resurección de los últimos días. Los incrédulos que estén vivos, serán separados para siempre de los creyentes – uno tomado, y el otro dejado. ¡Ay, piénsalo! Porque el punto solemne para cada uno es este: ¿A qué clase pertenezco? Si alguna vez hubo una verdad práctica, es esta. Mirémosla una y otra vez, y preguntémonos ante Dios: “¿Será para mí la mañana, o será para mí la noche? ¿El día eterno de la felicidad, o la noche eterna del dolor y la miseria?”. ¡La noche! ¡Qué noche! ¡La noche del “lloro y el crujir de dientes”, la noche que se pasará para siempre con el “diablo y sus ángeles”. ¿Estoy preparado? ¿Realmente estoy confiando en el Señor Jesucristo para la salvación de mi alma?”. Debe haber una total dependencia en el Señor Jesús; ningún ritualismo, ninguna obra servirá. La sangre preciosa de Cristo debe ser la única base de su confianza ante Dios. Lo repito, la pregunta trascendental es: “¿Estoy confiando en Jesús, dependiendo solo de Jesús para la salvación de mi alma?”. Si es así, la mañana de ese brillante y bendito día está ante mí; si no, ¡no hay nada ante mí más que la interminable noche de oscuridad!
En conclusión, una palabra sobre la última cláusula del versículo: “Si queréis consultar, consultad; volved, venid”. Nuestros estimados hermanos las han considerado como dirigidas a los reincidentes y a los indecisos, y creo que con razón; pero me detendré particularmente por un momento en estas palabras, como mostrándonos el corazón de Dios. Estas palabras fueron escritas por inspiración, y por lo tanto, es como si Dios estuviera diciendo en medio de nosotros esta noche: “Si está aquí el más vil, el más viejo, el más empedernido pecador, no deseo que ese pecador muera, ¡oh, si tan solo volviese, si tan solo fuese en serio, con cuánto gusto lo recibiría!”.
Y luego, si hubiera alguno que se sintiera estimulado en cierta medida a “inquirir en Dios”, su Palabra para tales es: “Inquirid vosotros”; es decir, seguir leyendo la Palabra de Dios. ¿Tienes tú un poco de deseo, un poco de deleite, por esa Palabra? Sé alentado; ese deseo es obra del Espíritu; viene de Dios, no de tu propio corazón malvado. Continúa mirando al señor, y la bendición aún será tuya.
Esta palabra no debe limitarse a los reincidentes, sino que debe tomarse de manera más general; porque por naturaleza es cierto de todos nosotros, que hemos echado a Dios a nuestras espaldas; y lo que queremos es “regresar”, “volver” a Él. Ahora bien, “venir” a Dios significa “creer”. Esta es la explicación inspirada de lo que significa “venir”, según aprendemos al comparar Juan 6:64-65, con el versículo 44 del mismo capítulo. Esto, entonces, es lo que el pecador tiene que hacer: creer en Jesús, confiar en Él, depender de Él para la salvación. En esto consiste el “venir” a Dios, y de quien no ha creído no se puede decir que ha “venido”.
Este sermón se trata de una traducción realizada por www.george-muller.es del documento original proporcionado por The George Muller Charitable Trust, fundación que sigue el trabajo comenzado por George Müller y que actualmente trabajan en Bristol, concretamente en Ashley Down Road, y que se dedica a promover la educación, el cristianismo evangélico y ayudar a los necesitados. Para más información, puedes visitar su web www.mullers.org